Los escudos de armas eran los logotipos de la antigüedad. Y sus artífices,
verdaderos publicistas de entonces, que naturalmente quedaron en el anonimato. Servían
para identificar a una ciudad, a una familia, a un reino. El proceso de
reconstrucción del escudo original de una ciudad antigua como Chinchilla se
convierte en un apasionante viaje en el tiempo, que recuerda un poco los viajes
de Indiana Jones entre símbolos y claves que a veces cuesta interpretar.
Hacer ese viaje con un especialista, como Luis Guillermo García-Saúco, supone además la ventaja de que te acompañe un guía. Así conocemos que el emblema que utiliza actualmente Chinchilla, esa especie de torre de ajedrez sobre cuyos torreones están posadas dos águilas y a cuyos muros se apoyan con las patas delanteras unos ciervos, no es exactamente el escudo, aunque puede servirnos como punto de partida.
Hacer ese viaje con un especialista, como Luis Guillermo García-Saúco, supone además la ventaja de que te acompañe un guía. Así conocemos que el emblema que utiliza actualmente Chinchilla, esa especie de torre de ajedrez sobre cuyos torreones están posadas dos águilas y a cuyos muros se apoyan con las patas delanteras unos ciervos, no es exactamente el escudo, aunque puede servirnos como punto de partida.
En realidad, los elementos (en heráldica, armas) son los mismos que ya se
usaban en los sellos de los documentos oficiales del siglo XIX. Incluso son los mismos que coronan el grabado
que Palomino hizo sobre la ciudad, desde su lado oriental, en 1778, publicado
en El Atlante Español. En 1876 hubo
que enviar los sellos municipales al Archivo Histórico Nacional y el que lo
hizo añadió una nota en la que interpretaba que el castillo con sus dos
torreones ha presidido Chinchilla desde tiempos inmemoriales y por tanto es
fundamental a la hora de representar la ciudad; que las dos águilas señalan la
constante vigilancia que requiere una ciudad fortificada; y que los ciervos
expresan la riqueza cinegética de la zona, de la que (esto lo añado yo) hablaba
ya en sus crónicas el infante don Juan Manuel.
Todos ellos se basan en la descripción que hizo del escudo el Muy Magnífico
y Reverendo Señor Martín de Cantos, Arcipreste de la Ciudad, en 1576. Lo hacía
contestando al rey Felipe II, que en su afán por clasificar los territorios y
las ciudades bajo su mando, envió a todas ellas un cuestionario con preguntas
sobre distintos aspectos de la geografía y la idiosincrasia. Es lo que se llama
la Relación Topográfica de Felipe II,
un documento importantísimo para conocer la historia de Chinchilla, porque el
Arcipreste se esmeró en la respuesta y porque después se hicieron copias para
mantener viva la memoria del documento. Por ejemplo, sabemos que los vecinos
que viajaban con carruajes y recuas en el siglo XVII llevaban consigo hojas
impresas con el escudo de armas para no tener que pagar los derechos de
alcabala, de los que los chinchillanos estaban exentos por expresa voluntad de
los reyes.
Pero existe un documento aún más antiguo que añade un arma a la que no
hacen referencia los otros. Se trata de un sello municipal de cera, nada menos
que del año 1282, que se conserva en el Archivo Histórico Artístico Nacional de
Madrid. Es uno de los más antiguos sellos concejiles que se conservan en España
y la noticia más remota que tenemos del escudo chinchillano. Bajo el castillo
con sus águilas y sus ciervos, que también están, se aprecia una muralla, la
muralla que rodeaba la ciudad. El fondo, lo que en heráldica se llama campo, es
verde, o sea sinople. Curiosamente, la muralla se apreciaba aún en el escudo de
la fachada del Ayuntamiento de 1890, contemporánea del Arcipreste Cantos. Los
materiales con los que hemos realizado este viaje hacia el escudo original, y
otros que no menciono, podrán visitarse próximamente en una exposición abierta en
las salas capitulares del mismo Ayuntamiento de Chinchilla.
Luis Guillermo García-Saúco Beléndez: Heráldica municipal de la provincia de Albacete. 1991, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses de la Diputación.
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