Las Cuevas del Agujero




Junto con la plaza de La Mancha, es el lugar más visitado de Chinchilla. Aunque igual lo frecuentan más los foráneos que los propios vecinos. En muchos salones de estar de la provincia de Albacete, y otros tantos álbumes de fotos, las chimeneas cónicas y las fachadas albeadas de las cuevas asoman detrás de los novios recién desposados o de los chavales vestidos de comunión que eligieron este marco para sonreírle a la posteridad.
Paradójicamente, en la vida de la ciudad, las Cuevas del Agujero juegan un papel periférico, están un poco en la trastienda de la vida cotidiana. Saltan a la palestra cada cierto tiempo, cada vez que unos bárbaros desfogan su ignorancia pintarrajeando cuanto encuentran a su paso.  
Las Cuevas del Agujero ya se llamaban así en 1970, cuando Pilar Belmonte compró la Cueva del Olmo y la convirtió en vivienda y estudio de pintura. En Chinchilla había otras zonas rupestres, porque fue una de las ciudades en las que se refugiaron los moriscos expulsados de Guadix y Granada en el siglo XVI. En las piedras calizas que conforman la montaña chinchillana encontraron un material idóneo para retomar su manera de vivir y rehacerse. Era fácil ampliar el número de habitaciones, a medida que la familia iba creciendo. Bastaba con ganarle a la roca otra estancia. Siglos más tarde, en los terribles años de la posguerra civil, muchos vecinos que habían perdido sus casas, retomaron y potenciaron la costumbre.
Pero en el último cuarto de siglo, casi todas las otras agrupaciones de cuevas han ido desapareciendo, tal vez porque los vecinos las asociaban precisamente con estas épocas de carestía y les dieron la espalda. De hecho, la mayoría quedaron enterradas bajo escombros e incluso el asfalto de nuevas calles. Si las Cuevas del Agujero se salvaron, tal vez sea porque Pilar Belmonte tuvo aquella iniciativa en 1970 y sus padres Manuel Belmonte y Carmina Useros la secundaron. Se asociaron con pintores, artistas y periodistas, y adquirieron las 13 cuevas que estaban en desuso, de las 14 existentes. La comunidad se constituyó en asociación de vecinos en 1972, cuando registró sus estatutos en el Gobierno Civil de Albacete.
En alas de aquel impulso inicial, se erigieron los arcos de entrada, uno por la calle de arriba y otro por la de abajo. También se acercó el agua corriente y el alcantarillado, aunque solo hasta un aseo común situado entre los dos arcos. Además se elevaron los muros de piedra blancos que bordean la ladera y se labraron las escaleras que unen el Agujero con lo que antes era la autopsia y ahora es el parque de Bellavista. Y hasta se plantaron los espigados pinos que hoy jalonan el paraje. Después, durante décadas, la zona se encalaba cada año, se limpiaban las calles y se retiraban las malas hierbas, todo merced a una cuota anual que los asociados se habían impuesto.
Pero los años no pasan en balde y muchos de los propietarios han ido legando la propiedad a sus herederos, lo que ha dividido, deshilachado y alejado el entusiasmo inicial. Aún así, en 2006, en un empujón postrero, la Asociación logró llevar la acometida del agua hasta la puerta misma de las cuevas. No obstante, se da la curiosa circunstancia de que este pedazo de Chinchilla, por el que se conoce a la ciudad en folletos turísticos y blogs y foros, sigue psicológicamente escindida del resto. De ello se aprovechan, a veces, los vándalos pintarrajeadores. Aunque, en esta ocasión, la policía local ha conseguido identificarlos y reunir pruebas para que respondan de los 4.000 euros en los que se valoran los daños que han causado.

2 comentarios:

  1. Interesante; estuvimos en Chinchilla hace unos días, este mes de enero, y vimos la zona de las cuevas ya al final de nuestra visita; ni sabíamos que estaban o existían.
    Las chimeneas, ¿porqué son tan altas respecto de la construcción? es algo que nos preguntamos y no sé... ¿para dar mayor tiro? ¿para molestar lo mínimo a sus inmediatos vecinos?

    Buen día y gracias.
    podi-.

    http://podi-podi.blogspot.com.es/2016/01/cuevas-del-agujero-chinchilla.html

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    1. Hola, Carlos. La prolongación de las chimeneas que les imprime esa singular forma cónica apuntada tiene la finalidad de mejorar el tiro.

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