Conozco
algún cantante que tiene ganas de probar cómo resuena su voz en Las Tercias. Y
varios artistas plásticos me han confesado que les gustaría exponer en Las
Tercias. También los vecinos preguntan qué pensamos hacer con El Badano, como
se conoce el edificio, o el Mercado, que fue su uso último antes de cerrar las
puertas en 2008.
Felipe del Rey, que tenía un puesto de frutas, recuerda que
apenas quedaban cinco o seis comerciantes. Dice que un cortocircuito en la
charcutería provocó un incendio que afectó a parte del recinto y que allí se
acabó todo. Un final misterioso: las explicaciones que les dieron les parecen
insuficientes.
El caso es que, desde entonces, el
edificio de las antiguas Tercias Reales está cerrado. Pero en Chinchilla hay
muchos otros edificios cerrados y ninguno de ellos suscita tanta curiosidad.
Será por su situación, en mitad de la calle Virgen de las Nieves, o porque está
aislado, es sólido y recio. Será también porque nadie que haya estado en su
sala superior, cubierta con un artesonado de madera, nadie que haya estado
entre sus columnas se quedó indiferente. Los veteranos del pueblo recuerdan que
en ella se celebraban las verbenas de carnaval y las habituales de los sábados.
Miembros de la banda municipal ponían la música, las mujeres se sentaban en
sillas a lo largo del perímetro y esperaban a que los mozos se les acercaran y
les pidieran el siguiente baile. Lo normal es que muy cerca anduviese una carabina,
ojo avizor, para evitar equívocos con la honestidad de su protegida.
Al edificio se le llamaba ya por
entonces El Badano, y competía con los bailes de El Samba y El Chispa. Entrar
costaba una perra gorda. Antes, durante
la Guerra Civil, acogió a unos brigadistas, según ha averiguado Fina Ortega,
aunque no hemos podido concretar qué brigadistas. Luego volvió a ser almacén de grano y local
de baile y almacén, hasta que, al
principio de los 80, se pensó que el edificio de las antiguas Tercias
Reales era el ideal como mercado de abastos. Al fin y al cabo, estaba hecho
para almacenar comestibles.
Desde los
Reyes Católicos hasta el XIX, los chinchillanos estuvieron obligados a entregar
la décima parte de los frutos que recolectaban. Luego se dividían en tres: una
para las arcas reales y el resto para la Iglesia. De ahí el nombre de Tercias
Reales. Es evidente que otros edificios habían cumplido antes con este
menester, porque las actuales Tercias de Chinchilla se construyeron a mediados
del siglo XVI. Son renacentistas, como la entrada del Ayuntamiento, el Pósito y
el ábside de Santa María del Salvador.
Eso sí, el
almacenaje de los diezmos se realizaría casi seguro en la planta baja, en los
sótanos del edificio, que están divididos en tres bóvedas de cañón y más a ras
de suelo. Hay quien recuerda que en los setenta del siglo XX acogieron la
Cooperativa del Champiñón. Aún se siguen usando, aunque de una forma un tanto
anárquica: En la de la derecha guarda sus materiales Panda, el electricista
municipal. En la de la izquierda, Jose imparte sus clases de alfarería de la
Universidad Popular. La del centro se usó como taller de restauración y allí
han quedado unos muebles de recuerdo.
“Vale, -me dirán, -pero ¿qué va a
ser del edificio en el futuro?” Está remozado, tiene aseos nuevos, y solo queda
reparar una de las cubiertas y rehacer la instalación eléctrica. Ambas cosas
están presupuestadas y en camino, con ayuda de los fondos Ceder Monte Ibérico.
¿Con qué fin? Se admiten propuestas. Cantantes y artistas plásticos ya han
formulado las suyas.
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