El 29 de septiembre se celebra la festividad de San Miguel
Arcángel, patrono de Chinchilla. Y se celebra en el campo, a unos tres
kilómetros del núcleo urbano, en el paraje que conocemos como El Tejar, al que
se llega en romería. Fue don Victoriano Navarro el que la recuperó.
Recién llegado el otoño, los chinchillanos le sacan ese día todo el jugo que aún pueda quedarle al verano concluido. Suele llover y los vientos afilan el cuchillo, pero los jóvenes acampan y se compite por preparar los mejores gazpachos y también se compite por compartirlos luego para que nadie se quede sin probarlos. Sin embargo, y a pesar de esta fiesta, ya tan establecida como si viniera del principio de los tiempos, San Miguel no ha sido el patrono original de Chinchilla. De hecho, conocemos al menos dos patronos anteriores. El primero, San Juan. Pero no San Juan el Bautista, que fue al que se dedicaron muchos de los lugares religiosos inaugurados durante el Señorío de Villena. Sino otro San Juan, el Ante Portam Latinam, el único de los evangelistas que no murió en el martirio. Y no fue porque no lo intentaran los romanos, primero con veneno y luego metiéndolo en un caldero de aceite hirviendo, del que salió más joven que había entrado. Siglos más tarde, y sin que se haya aclarado el porqué del cambio, al menos hasta donde este cronista alcanza a saber, nos encontramos otro patrono: San Pedro de Matilla, a cuya ermita, situada en el paraje de Los Llanos, se acudía también en romería. En otro artículo ya contamos que la romería se mezcló con una feria de ganado por la que pugnaron los municipios de Chinchilla y Albacete. También que la actual patrona de la ciudad, la Virgen de las Nieves, probablemente había ocupado un lugar secundario en la ermita, hasta que, en la segunda mitad del siglo XVIII, la propia competencia con la ciudad vecina hizo aconsejable venerar a una Virgen, que era más competitiva que un Santo. Tampoco sabemos cuándo fue sustituido San Miguel como patrono por San Miguel Arcángel, aunque todo apunta a que el cambio se produjo después de la Guerra Civil. Pero no le demos vueltas, San Miguel es el patrono de toda la vida.
Recién llegado el otoño, los chinchillanos le sacan ese día todo el jugo que aún pueda quedarle al verano concluido. Suele llover y los vientos afilan el cuchillo, pero los jóvenes acampan y se compite por preparar los mejores gazpachos y también se compite por compartirlos luego para que nadie se quede sin probarlos. Sin embargo, y a pesar de esta fiesta, ya tan establecida como si viniera del principio de los tiempos, San Miguel no ha sido el patrono original de Chinchilla. De hecho, conocemos al menos dos patronos anteriores. El primero, San Juan. Pero no San Juan el Bautista, que fue al que se dedicaron muchos de los lugares religiosos inaugurados durante el Señorío de Villena. Sino otro San Juan, el Ante Portam Latinam, el único de los evangelistas que no murió en el martirio. Y no fue porque no lo intentaran los romanos, primero con veneno y luego metiéndolo en un caldero de aceite hirviendo, del que salió más joven que había entrado. Siglos más tarde, y sin que se haya aclarado el porqué del cambio, al menos hasta donde este cronista alcanza a saber, nos encontramos otro patrono: San Pedro de Matilla, a cuya ermita, situada en el paraje de Los Llanos, se acudía también en romería. En otro artículo ya contamos que la romería se mezcló con una feria de ganado por la que pugnaron los municipios de Chinchilla y Albacete. También que la actual patrona de la ciudad, la Virgen de las Nieves, probablemente había ocupado un lugar secundario en la ermita, hasta que, en la segunda mitad del siglo XVIII, la propia competencia con la ciudad vecina hizo aconsejable venerar a una Virgen, que era más competitiva que un Santo. Tampoco sabemos cuándo fue sustituido San Miguel como patrono por San Miguel Arcángel, aunque todo apunta a que el cambio se produjo después de la Guerra Civil. Pero no le demos vueltas, San Miguel es el patrono de toda la vida.
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