El Canto de la Pasión

Cuando la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno desfiló por primera vez por las calles de Chinchilla, el canto que entonaban ya era viejo. Y esto es mucho decir, si añadimos que la Cofradía de Los Moraos se fundó en 1609.
Hay documentos que lo acreditan, los mismos que aluden por primera vez al misterioso canto. Quizá al adoptarlo le añadieran algunas estrofas, hasta completar las treinta que ahora lo componen. Así al menos lo conjetura el tenor José Ferrero, que le ha dedicado un libro entero: La Pasión cantada de Chinchilla de Montearagón, anónimo c. siglo XV (Editorial Nausicaä. 2008).
Según Ferrero, es muy probable que el Canto naciera dos siglos antes, en medio del fervor desatado por la visita del predicador San Vicente Ferrer en 1411. Y, desde luego, vinculado al Convento de Santo Domingo, que en sus orígenes era de San Juan Bautista. Ferrero aventura que las primeras procesiones en las que se interpretara pudieron ser internas del mismo Convento, entre el Claustro y el Templo, que ahora no están conectados. La Pasión es una forma musical que se utilizaba desde el siglo IX. Una forma dramática, es decir, teatral. Había un narrador, que solía ser un Evangelista, al que le iban contestando distintos personajes bíblicos. Incluso el pueblo llano, la turba, tiene un par de versos: “Muera Jesús Nazareno. / Quede libre Barrabás”.
En un castellano remoto, la Pasión Cantada cuenta lo que le pasó a Jesucristo en el primer Viernes Santo de la historia, desde que lo prendieron en el Huerto de Getsemaní hasta que encimó el monte Gólgota dando traspiés con la Cruz a cuestas. Es decir, el Vía Crucis, o la Calle de la Amargura, como la llama el romance. En medio del tono hipnótico con que lo interpreta la sección de las Cruces de la Cofradía del Nazareno, unas treinta voces a las que llaman precisamente los pasionistas, se perciben reminiscencias árabes o sefardíes. El tenor destaca esos silencios que entrecortan las palabras para enfatizar el texto sobre la melodía, lo más característico de la obra. Probablemente es el drama litúrgico pasional más antiguo que se conserva en España. Según Ferrero, al principio lo interpretarían distintos cantantes, para que cada uno dotara de matices diferenciadores a su personaje y se entendiera mejor. Pero se trata de una conjetura más, ya que la transmisión ha sido oral en muchos momentos de la larga historia del Canto.

Porque su conservación no ha sido lineal desde aquel escrito de 1609. En 1771, uno de los ministros de Carlos III, el Conde de Aranda, decidió que había demasiadas cofradías religiosas y que resultaba muy gravoso mantenerlas y disolvió, entre otras muchas, la del Nazareno. Medio siglo después, en 1810, la resucitaron. Pero la responsabilidad de cantar la Pasión correspondió a otra Cofradía, la del Cristo de la Misericordia. Vestían de morado y llevaban tantas cruces en el hábito que la gente empezó a llamarles los de la Cruces. La Guerra Civil puso fin a esta segunda etapa y también destruyó los más de diez pasos que sacaban en procesión, como el de la Oración en el Huerto, que se le atribuía a Salzillo. En 1954, José Ceres, un médico recién aterrizado en Chinchilla desde su natal Villacarrillo, logró convencer a varios vecinos de que rescataran la Cofradía. Para no dividir fuerzas, unieron la del Nazareno y la de las Cruces, cuyo nombre oficial era de la Santísima Virgen del Rosario. Uno de los nuevos cofrades, Enrique Cebrián, se hizo copiar a los niños las estrofas para que no se perdieran. Desde 1992, a instancias de Fina Ortega, se canta íntegra, y así podemos escucharla en la procesión de Viernes Santo y en El Encuentro, en La Plaza. Los que no puedan acercarse, también lo tienen en disco: la Capilla Antigua de Chinchilla grabó una versión para el sello Ars Harmónica, fiel a las investigaciones de Ferrero.

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