En Chinchilla, cuando alguien habla
de Los Negros, todo el mundo sabe que se refieren a la Cofradía de Nuestra
Señora de la Soledad. La conocen así porque los nazarenos visten túnica y capuz
negro, con una faja blanca.
En los primeros tiempos, cuando un grupo de milicianos del Somatén de Chinchilla la fundaron, las ropas eran de lana. Las milicias del Somatén las creó el General Primo de Rivera para asegurarse el control de las ciudades después de disolver las Cortes. Nacieron en Cataluña, pero luego extendió la idea por todo el país. La Cofradía vio la luz en el año 1926, aunque los estatutos tardaron dos años más en llegar. Los estatutos y también la primera procesión con la imagen de la Virgen.
En los primeros tiempos, cuando un grupo de milicianos del Somatén de Chinchilla la fundaron, las ropas eran de lana. Las milicias del Somatén las creó el General Primo de Rivera para asegurarse el control de las ciudades después de disolver las Cortes. Nacieron en Cataluña, pero luego extendió la idea por todo el país. La Cofradía vio la luz en el año 1926, aunque los estatutos tardaron dos años más en llegar. Los estatutos y también la primera procesión con la imagen de la Virgen.
Recordaba Francisco Ballesteros que
aquel Viernes Santo de 1928 se mascó la tensión en la Parroquia. La Cofradía de
los Morados era la que solía llevar a la Virgen de la Soledad y se presentó a
recogerla, como todos los años. Allí acudieron los flamantes cofrades de la
Soledad con la misma intención. Tuvo que mediar el párroco don Ramón: “Por
favor, dejad que la lleve esta nueva cofradía, que para eso ha sido creada”,
les pidió a los Morados, que finalmente cedieron “por respeto a usted”. Y se
alejaron a recoger la imagen de San Juan, que entonces también les pertenecía.
En ese momento, Restituto Madrona, uno de los Negros que más acaloradamente
había intervenido en la discusión, trepó a las andas y vació un frasco de
colonia de la marca Eau Pompeya sobre la imagen de la Virgen.
No es el único cofrade que ha dejado
huella en La Soledad. Ya entre sus fundadores estuvo Pedro Amores López de
Haro, segundo hijo del Conde de las Navas. Vivía en la Casa de la Condesa, como
se conocía entonces el edificio de la Plaza donde hoy está el Registro. Nunca
quiso ser presidente de la Cofradía. Se contentó con figurar como alférez y
portaestandarte. Y murió joven, a los 33 años, en el inicio de la Guerra Civil.
Otro de los fundadores fue Francisco Toboso Delicado, a quien llamaban El
Surqueaor; se encargaba de fabricar velas para los oficios religiosos.
Aquellos principios duraron menos de
una década. El advenimiento de la República y la Guerra Civil fueron apagando
la Semana Santa chinchillana, hasta dejarla en la mínima expresión. También
destruyó gran parte de la imaginería. Entre otras cosas valiosísimas, la imagen
original de La Soledad. En 1941 solo hubo procesión de las Palmas con los
Apóstoles. Pero ya en 1945 se fue ampliando. Y en 1954 vinieron las
refundaciones. La de los Negros el 25 de abril de ese año. Volvieron con tantas
ganas que confeccionaron una cruz guía de madera maciza, que solo pudo desfilar
ese año. Primero porque pesaba muchísimo, tanto que hubo que ponerle un carrito
con ruedas para transportarla. El sano pique entre Cofradías convirtió el
invento en la broma de la temporada. La llamaron el carrito del chambi.
En cambio, otra de las
incorporaciones sentó escuela. Hasta entonces, las cofradías no llevaban más
acompañamiento que un tambor sordo, forrado con sus colores, delante de cada
fila de nazarenos. Los Negros incorporaron la primera corneta, la de
Misericordia Madrona. Y pronto formaron una banda, que tuvo como primer
director al mismo que dirigía la Banda Municipal, Rafael Soria. Cuentan que,
algún año, el mítico Soria dirigía con cada mano a una banda para que
interpretaran juntas el himno nacional. También son legendarios los briosos
bailes que ejecutaba el domingo de Resurrección el inolvidable Balta Madrona, más
conocido como Pavera, con la Cruz Guía.
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