La torre de Pozo Moro

Nadie sabe a ciencia cierta si la torre de Pozo Moro tenía originalmente la forma que ahora presenta en el Museo Arqueológico Nacional. El entonces conservador del Museo, Martín Almagro Gorbea, la reconstruyó primero. Posteriores investigaciones han retocado su hipótesis. Fue Almagro quien dirigió las excavaciones en el otoño de 1971 y la primavera de 1973. Lo que encontraron en el lugar era un majano, es decir un montón de piedras sueltas.
Los chinchillanos que participaron recuerdan que algunas piedras había que transportarlas entre seis y que cuando las cargaron en un camión se antojaba que todas eran iguales. Si se suman las deducciones de Almagro a las de otros especialistas, la torre fue derribada en torno al año 500 antes de Cristo, hace veintiséis siglos. O sea, que estaba ya antes. En ella se habían incinerado los restos mortales de algún príncipe o reyezuelo del lugar. Y dentro se guardaron las cenizas. Hay indicios de que a su alrededor creció una necrópolis ibérica y que, en algún momento, alguien la reutilizó total o parcialmente. Para verla reconstruida con las piedras originales hay que viajar al Museo Arqueológico de Madrid. Allí está la base de tres escalones con relieves en las esquinas; sobre ella un primer cuerpo custodiado por cuatro leones; otros cuatro leones más pequeños vigilarían la base del segundo cuerpo y una pirámide coronaría el conjunto, porque los antiguos creían que la pirámide era la forma que mejor conectaba las energías con el más allá. Pero faltan los leoncitos pequeños y la pirámide. En las paredes laterales unos relieves cuentan historias que harían fruncir el entrecejo a Indiana Jones. Mezclan los símbolos neohititas con los de las tribus que entonces hubieran podido llamarse chinchillanas y tal vez con alguna vivencia propia del enterrado. En el Museo Arqueológico de Albacete, que se inauguraría en 1978, le prepararon a la torre una sala exclusiva. Pero Almagro prefirió tenerla más cerca y se la llevó al Museo Arqueológico Nacional, donde sigue siendo pieza emblemática. En Chinchilla, cerca de Horna, taparon todas las zanjas y solo queda el viento soplando entre gasones.


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