La Sierra Procomunal

La Sierra, como la llaman en Chinchilla, ha provisto a la ciudad, desde que se tiene memoria, de esparto, leña y setas. También ha servido para caza y pastoreo y ha albergado sembradíos y colmenas. Los albaceteños, que eran chinchillanos bajados al llano, mantuvieron las costumbres tras emanciparse en 1375.
La Sierra no era de nadie, luego era del rey. Y Felipe V de Anjou vio la ocasión de sacar liquidez de la querencia y la vendió a ambos municipios en 1741. Desde entonces hasta la primera década del siglo XX nadie sintió el impulso de organizar la propiedad. Aunque fue un impulso pasajero porque los pueblos fronterizos la usaban también y mostraron los dientes. Pero en 1954 el franquismo se impuso a las resistencias locales y se deslindaron las 24.000 hectáreas que componen la Sierra. Aunque la propiedad seguía siendo común, la ciudad de Albacete, que contaba con más medios, asumió la gestión del territorio: contrató guardas para vigilarlo y emprendió un plan de reforestación a instancias del entonces alcalde de Chinchilla José Briones López. Era mucho espacio y muy despoblado. El Ministerio de Defensa le echó el ojo y lo expropió en 1979, dejando sin faena a los guardas. Transcurrieron otros quince años de incuria, hasta que el concejal de medioambiente de Chinchilla Manuel Rodenas, buen aficionado a la caza, se dio cuenta de que el Campo de Maniobras no ocupaba todo el territorio, que aún quedaban hectáreas libres. Concretamente 3500. Habló con Albacete y en 1994 ambos municipios acordaron crear un órgano conjunto de gestión, al que llamaron Consorcio de la Sierra Procomunal de Albacete y Chinchilla. El ayuntamiento albaceteño volvió a asumir la gestión hasta 1999. Pero el 5 de marzo de ese año, el Consejo del Consorcio, formado por el mismo número de concejales de Chinchilla y Albacete, acordó por unanimidad mudar la sede a Chinchilla, que al fin y al cabo tiene la Sierra al lado. Así seguimos. En diciembre de 2014 el Consejo ha decidido que los alcaldes de Chinchilla y Albacete, sean quienes sean, compartan la presidencia. Ahora se preparan mapas y rutas para el disfrute de todos y para que los desaprensivos sobre ruedas dejen de trazar cárcavas donde nunca hubo sendas.

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