César Borgia

César Borgia por Altobello Melone (Accademia Carrara,Bérgamo)
Cuando César Borgia (1475-1507) ingresó en el Castillo de Chinchilla como prisionero de Fernando El Católico, rondaba los 30 años. Había sido obispo de Pamplona, arzobispo de Valencia y joven cardenal. No en vano era el segundo hijo del Papa Alejandro VI.
Como en cualquier familia aristocrática de finales del XV, el hijo mayor estaba destinado a las armas y el segundo a la carrera eclesiástica. Aunque a César no le convino el apaño. Desde adolescente tiraba más a lo militar que a lo divino. Alto, atlético, pelirrojo y de pardas pupilas, capaz de partir una lanza solo con las manos, César envidiaba que su hermano Juan fuera capitán de los ejércitos vaticanos solo por haber nacido antes. Su asesinato aclaró el camino. César fue el primer cardenal de la historia que renunció a la púrpura, y el único que lo hizo para asumir la capitanía de las tropas vaticanas. Su padre suspendió la investigación de la muerte de Juan, todo un indicio. A partir de ese momento, César Borgia disfrutó como un niño con un juguete nuevo. Intrigas, combates, alianzas, traiciones, conquistas. Hasta que otro cardenal los invitó a un banquete en el que todos enfermaron. El que más, su padre, el Papa Alejandro, que los dejó huérfanos. Corría el año 1503. César podía influir en el concilio para sucederlo, pero resultaba difícil encontrar un candidato al que no hubiera ofendido o que no le temiera. Cayó en desgracia. Fue detenido. Tuvo ocasión de cambiar su suerte poniéndose a las órdenes de Fernando el Católico, pero erró al traicionarle. Y El Católico era el verdadero príncipe de Maquiavelo. Lo embarcó hasta Valencia y lo encerró en Chinchilla. Un día, César pidió tomar el fresco en lo alto de la torre. Era un Duque; había que complacerlo. Una vez arriba, forjeceó con el alcaide Don Gabriel de Guzmán para arrojarlo al vacío. El alcaide anduvo listo y logró rehacerse. No le valió al Borgia alegar que se trataba de una broma. Chinchilla está demasiado cerca de Valencia. Convenía alejarlo y lo llevaron a Medina del Campo. De allí también huyó, pero para morir en una emboscada en Viana el 12 de febrero de 1507, fiel a su divisa “O César o nada”.

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