En 1848 las autoridades chinchillanas decidieron que quedaran
abiertas las puertas de la ciudad*. Suponemos que, hasta ese año, se cerraban de
noche y en determinados momentos y determinados días. Muchos vecinos protestaron
por considerar que por esas puertas se colarían enfermedades y plagas.
Es más fácil colegir que lo que se estaba abriendo es el libre paso de mercancías, que hasta entonces habían tenido que pagar un portazgo por entrar a competir con los artesanos locales. Contener epidemias y recaudar fondos eran dos utilidades de la muralla. La otra, la defensiva, estaba ya en decadencia y de poco sirvió treinta años atrás, cuando las tropas napoleónicas ocuparon la ciudad. ¿Pero qué puertas se abrieron en 1848? Bernardo Espinalt había publicado en 1778 una descripción del Reyno de Murcia y dedicó unas páginas a Chinchilla. Le atribuyó cuatro puertas y tres portillos usuales. Ilustraba su explicación un grabado de Juan Fernando Palomino, dibujado en el cerro de San Cristóbal, con Albacete a la derecha y la Antena de hoy a la izquierda. La panorámica es bastante esquemática, por no decir simplona, aunque afortunadamente la completó con rótulos aclarativos. Así sabemos que la llamada Puerta de la Ciudad estaba donde sigue estando, es decir bajo el arco del Ayuntamiento que desemboca en la Plaza por entre los cañones. En otros documentos se la llama Puerta Herrada. Muy cerca de ella estaba la Puerta Nueva, en otro momento de la Libertad, por donde hoy unas escaleras ascienden desde la calle de las Nieves hasta la de Barrio Cuenca. La Puerta de Diablos y Tiradores sigue estando donde estuvo, con su torre y su calle trampa. Finalmente, la Puerta de Castilla o de Albacete coronaba lo que hoy llamamos el Mortirolo. Es decir, que las Puertas se fueron pero los huecos siguen en el mismo lugar. Y el perfil de la muralla también, aunque ahora nos asomemos a pretiles en lugar de subir a las almenas. Una nueva ruta turística permite recorrer todo el perímetro de la muralla. Tampoco sería descabellado usar esta referencia para delimitar dónde empieza y dónde acaba el casco histórico, una de las tareas aún pendientes.
Es más fácil colegir que lo que se estaba abriendo es el libre paso de mercancías, que hasta entonces habían tenido que pagar un portazgo por entrar a competir con los artesanos locales. Contener epidemias y recaudar fondos eran dos utilidades de la muralla. La otra, la defensiva, estaba ya en decadencia y de poco sirvió treinta años atrás, cuando las tropas napoleónicas ocuparon la ciudad. ¿Pero qué puertas se abrieron en 1848? Bernardo Espinalt había publicado en 1778 una descripción del Reyno de Murcia y dedicó unas páginas a Chinchilla. Le atribuyó cuatro puertas y tres portillos usuales. Ilustraba su explicación un grabado de Juan Fernando Palomino, dibujado en el cerro de San Cristóbal, con Albacete a la derecha y la Antena de hoy a la izquierda. La panorámica es bastante esquemática, por no decir simplona, aunque afortunadamente la completó con rótulos aclarativos. Así sabemos que la llamada Puerta de la Ciudad estaba donde sigue estando, es decir bajo el arco del Ayuntamiento que desemboca en la Plaza por entre los cañones. En otros documentos se la llama Puerta Herrada. Muy cerca de ella estaba la Puerta Nueva, en otro momento de la Libertad, por donde hoy unas escaleras ascienden desde la calle de las Nieves hasta la de Barrio Cuenca. La Puerta de Diablos y Tiradores sigue estando donde estuvo, con su torre y su calle trampa. Finalmente, la Puerta de Castilla o de Albacete coronaba lo que hoy llamamos el Mortirolo. Es decir, que las Puertas se fueron pero los huecos siguen en el mismo lugar. Y el perfil de la muralla también, aunque ahora nos asomemos a pretiles en lugar de subir a las almenas. Una nueva ruta turística permite recorrer todo el perímetro de la muralla. Tampoco sería descabellado usar esta referencia para delimitar dónde empieza y dónde acaba el casco histórico, una de las tareas aún pendientes.
* Hay que reconocerle a Manolo Collado el mérito de haber encontrado el documento donde las autoridades de la ciudad tomaron la decisión y donde también se recoge que algunos ciudadanos no estuvieron muy de acuerdo.
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