No se sabe de qué manera se empapaba Unamuno de aquello que
visitaba y veía, dónde encontraba tiempo aquel hombre que, según cuentan los
que trataron con él, no se callaba ni debajo del agua. Se acercó a Chinchilla
en la mañana del 19 de septiembre de 1932 con unos amigos. Y dejó constancia
de su visita en un artículo: Dos lugares,
dos ciudades, que publicó, por lo menos y que yo sepa, en dos periódicos y
en un libro.
Describe una ciudad prácticamente vacía: “En sus caserones solariegos, blasonados, tras de las rejas, vagan las sombras espirituales de los antiguos hidalgos de alcurnia, madrugadores y amigos de la caza, como Don Quijote”. Eso sí, se quedó con los nombres de algunas calles. No tanto las dedicadas a esos antiguos hidalgos quijotescos, como la consagrada a Emilio Castelar, político y escritor republicano. También le chocaron las que trepaban hasta los morros del castillo, como la de Tentetieso. Tuvo tiempo de indignarse, que era otra de sus facilidades, junto a la de hablar por los codos. Cuenta que bajo los soportales de la Plaza había “una pobre tenducha” donde se vendían impresos, pero también, y entre estos, “unos cuadernos o tomitos de una biblioteca llamada galante”. Con el eufemismo evita decir que se trataba de literatura erótica, lo que al catedrático bilbaíno de la Universidad de Salamanca le hizo escandalizarse, mesarse los cabellos y las barbas blancas de chivo. A mí en cambio me conforta saber que en una Chinchilla semivacía había quien leía lo bastante como para que fuera negocio vender libros. Unamuno en este artículo fue el primero que llamó “lugarón manchego” a la ciudad. Luego lo haría Cela. Pero quiso concluir con una frase lírica: “del barro de que se hicieron sus murallas, sus casas de tapial, del barro de que se hicieron también sus hombres, de esa arcilla, han hecho pucheros, ollas, obra de rústica alfarería, y tejas y ladrillos”. Finalmente, Unamunó volvió a Albacete, a presidir los Juegos Florales de la Feria, con el ego entre las piernas: el alguacil que anunció su insigne visita al alcalde Eliecer Galindo ninguneó su fama presentándolo así: “le anda buscando un tal don Miguel de los Monos”.
Describe una ciudad prácticamente vacía: “En sus caserones solariegos, blasonados, tras de las rejas, vagan las sombras espirituales de los antiguos hidalgos de alcurnia, madrugadores y amigos de la caza, como Don Quijote”. Eso sí, se quedó con los nombres de algunas calles. No tanto las dedicadas a esos antiguos hidalgos quijotescos, como la consagrada a Emilio Castelar, político y escritor republicano. También le chocaron las que trepaban hasta los morros del castillo, como la de Tentetieso. Tuvo tiempo de indignarse, que era otra de sus facilidades, junto a la de hablar por los codos. Cuenta que bajo los soportales de la Plaza había “una pobre tenducha” donde se vendían impresos, pero también, y entre estos, “unos cuadernos o tomitos de una biblioteca llamada galante”. Con el eufemismo evita decir que se trataba de literatura erótica, lo que al catedrático bilbaíno de la Universidad de Salamanca le hizo escandalizarse, mesarse los cabellos y las barbas blancas de chivo. A mí en cambio me conforta saber que en una Chinchilla semivacía había quien leía lo bastante como para que fuera negocio vender libros. Unamuno en este artículo fue el primero que llamó “lugarón manchego” a la ciudad. Luego lo haría Cela. Pero quiso concluir con una frase lírica: “del barro de que se hicieron sus murallas, sus casas de tapial, del barro de que se hicieron también sus hombres, de esa arcilla, han hecho pucheros, ollas, obra de rústica alfarería, y tejas y ladrillos”. Finalmente, Unamunó volvió a Albacete, a presidir los Juegos Florales de la Feria, con el ego entre las piernas: el alguacil que anunció su insigne visita al alcalde Eliecer Galindo ninguneó su fama presentándolo así: “le anda buscando un tal don Miguel de los Monos”.
UNAMUNO, Miguel de..: Dos lugares, dos ciudades. Diario El Sol. Madrid. 23.sep.1932
UNAMUNO, Miguel de..: Dos lugares, dos ciudades.Periódico El Defensor de Albacete, 24.sep.1932
UNAMUNO, Miguel de..: Paisajes del Alma. Ed. Revista de Occidente. Madrid. 1944 (p.113-117)
BLANCO, Carmelo: Don Miguel de Unamuno en Albacete. Revista Anales (UNED de Albacete), nº 5, 1983.
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