El título de Fidelísima

Patio del Palacio López de Haro, donde se agasajó a Fernando VII
Fernando VII el Deseado otorgó a Chinchilla el título de Fidelísima el sábado 7 de mayo de 1814, cuando José Muñoz de la Hinojosa, el Corregidor, se puso a sus pies en el palacio López de Haro, en La Plaza de la Mancha, frente al Ayuntamiento. Como las tropas napoleónicas, al marcharse, habían dejado a Chinchilla esquilmada, ejerció de anfitriona doña Juana de Oma, la anciana viuda de José López de Haro.
Se preparó una mesa con las mejores viandas que pudieron conseguirse. Sobre todo fruta, ya que el monarca era gran aficionado al melón. En su regreso triunfal para recuperar la corona de España, el rey Fernando había entrado en la Península por los Pirineos. Pero en vez de ir derecho a Madrid, prefirió dar un rodeo para ir debilitando a los partidarios de la Constitución de Cádiz y fortaleciendo a los que apoyaban su absolutismo. Así fue de Figueras a Valencia, recalando en Zaragoza y un montón de municipios. Tenía planeado pernoctar en Chinchilla, en la recta final de su viaje. Se lo impidió el Corregidor de Albacete, el Conde de Pinohermoso. Don Luis Roca de Togores Rosel suplicó, porfió e intrigó para que el monarca durmiera en su palacio de Albacete, que estaba en el Altozano, donde ahora está el Banco de Santander. Lo logró, negándole entre otras cosas a Chinchilla “las cien camas completas y decentes que había solicitado y las treinta arrobas de nieve o hielo” para enfriar los melones. La villa de Albacete no andaba mucho mejor que Chinchilla, pero el Conde puso su capital sobre la mesa para solventar este problema. Acoger durante una noche a la regia y numerosa comitiva suponía un desembolso colosal y se precisaba la ayuda de todos los municipios colindantes. Al verse desplazada, Chinchilla pidió y consiguió del rey Fernando que parase en la ciudad, donde le agasajaron tanto que la nombró Fidelísima. No corrió tanta suerte Albacete. Ni tampoco el insistente Pinohermoso, que cayó en desgracia en cuanto el monarca se sentó en su trono madrileño. Le acusaron, entre otras cosas, de haber retirado de lo alto de su puerta una loa al gobierno constitucional justo la víspera de que cruzara bajo ella el nuevo rey.


El contenido de este artículo está extraído íntegramente del artículo, mucho más amplio y sustancioso, de FRANCISCO FUSTER RUIZ: El alcalde que obligó a Fernando VII a dormir en Albacete (1814), recogido en el número 4 de la revista Al-Basit, págnas 3-22., del Instituto de Estudios Albacetenses.

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