El político de hace un siglo

Ya decía Aristóteles que había dos clases de políticos: los que buscaban el propio provecho y los que, además de buscar el propio provecho, hacían cosas por la comunidad. No es una novedad la mala imagen de los servidores públicos. Pero conviene contrastar la idea que tenemos ahora con la que podríamos tener hace casi un siglo, en 1924, cuando el promotor de la revista Centauro entrevistaba al entonces alcalde de Chinchilla, don Luis Cano Manuel.
El título era precisamente ese: “El Alcalde de Chinchilla”, sin citar nombre ni apellidos ni declaraciones ni más matizaciones. Cuenca, el periodista, empieza describiéndolo físicamente: “es grueso, con el apacible buen humor de los gruesos, moreno, y su barba bien poblada le da aspecto de un gran señor, de un noble árabe”. “¿Cómo se hizo alcalde?”, le empezaba preguntando. “Ya ve, yo siempre huyendo de la política, que nunca está uno mejor que en su casa. Pero entre el señor Delegado, a quien aprecio mucho, y el cariño tan grande que siento por el pueblo, me trajeron aquí. Había que sacrificarse y me sacrifiqué. Ahora bien, la satisfacción de servir a mi pueblo achicó mucho el sacrificio. Y como paso más tiempo aquí trabajando que en la mía, puedo seguir diciendo que se está muy bien en casa, al sentir la satisfacción del deber cumplido”. Sigue la conversación y, mientras lían un pitillo, el entrevistador inquiere si da mucha guerra la oposición. “Ca, estamos de acuerdo, muy unidos en todos. Somos gente nueva, sin compromiso y con un solo ideal: el engrandecimiento del pueblo. De lo contrario, sería nuestra labor agua en un cesto”. Y poniéndose un poco serio, añadía: “Ya ve usted, si no hubiéramos ido de acuerdo no hubiéramos hecho nada en la traída de las aguas. Ya solo falta el informe de los ingenieros. Aparte de la salud pública, su demora podría ocasionar el tralado del Penal, de la guarnición y hasta de los juzgados, cosas que son la vida de la población”. “¿Y qué proyectos tiene?” “Proyectos no faltan. Es asunto muy bien estudiado. Pero no hay fondos y nuestra buena voluntad se estrella contra lo imposible. Más adelante veremos.”  90 años después, casi lo mismo.

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