No crean todo lo que les digan: estar
de alcalde tiene momentos que compensan todos los sinsabores, como cuando te
invita a comer gente cálida y cordial. Invitan a Chinchilla, pero como una
ciudad no puede participar en un almuerzo, se beneficia el paladar del alcalde.
Así pasó el miércoles. La Asociación Gastronómica Carmina Useros rendía
homenaje a Chinchilla y sus responsables tuvieron la amabilidad de convidarnos.
La A. G. Carmina Useros lleva un año reuniéndose una vez al mes para demostrar
al mundo que la cocina manchega existe, y para probarlo y, de paso, degustarlo
de manera empírica y fehaciente. Cada encuentro lo dedican a un municipio de la
provincia, y el miércoles nos tocó a nosotros.
Se asientan sobre las mejores
referencias. Le han puesto a su Asociación el nombre de la mujer que recopiló
la mejor colección de recetas manchegas, cuando la gastronomía era para el
común de los mortales un asunto de comer, sin trascendencia cultural. Carmina
Useros y su marido Manuel Belmonte fueron unos adelantados, unos visionarios
que supieron apreciar antes que nadie que la tradición es un tesoro
incalculable, que la cultura no es cosa etérea y sesuda, sino que se conquista
por los sentidos, sin desdeñar ninguno. Vieron un paisaje singular e
irrepetible donde los demás veían cuevas, en El Agujero. Coleccionaron casi dos
mil piezas de cerámica de todo el país, cuando la alfarería era una artesanía
menguante a solo un tris de extinguirse. Y subieron la moral de las mejores
amas de casa de la región encareciéndoles lo que nadie valoraba, sus recetas
ancestrales. Fueron tan adelantados que buena parte de los frutos de su cosecha
aún están por recogerse. Hay demasiada gente que todavía no alcanza a ver lo
que ellos vieron.
El miércoles sí. El miércoles nos
arrimamos a un guisado de cordero con rellenos, con todos los predicamentos
favorables, por iniciativa de Llanos y de Paco Avellaneda, los responsables de
la Sociedad Gastronómica. Completaba la terna la hospitalidad de Tomás Mancebo,
el presidente del Ateneo, a la vez anfitrión y catador oficial de los menús. Nos
adelantamos a la nieve con un atascaburras delicioso. Y lo regamos con un
Palarea de 2013. Y lo rematamos con una tortilla de leche y azúcar servida en
taza con natillas. Aún me estoy relamiendo.
Como la comida era chinchillana,
Carmina y su hija Pilar nos prepararon unos brindis con cuerva, como se hacía
en las cuevas de Chinchilla cuando la nueva vendimia estaba ya muy cerca y
quedaba muy poco vino de la cosecha anterior en las tinajas, el más amargo, y
había que suavizarlo con azúcar y unas piezas de fruta para apurarlo todo.
Entonces, una rima con un poco de malicia o de gracejo ayudaba a templar el
ambiente, como en efecto hizo en la comida que refiero.
Y en fin, allí compartimos mesa y
mantel con los asociados y con otros homenajeados del día, el director de este
nuestro periódico, Javier Martínez, y los responsables de la Escuela de
Hostelería, Pepe de los Mozos y Mari Luz. A mi vera estuvo el concejal de
turismo del Ayuntamiento de Albacete, Cesáreo Ortega, un dechado de sabiduría
culinaria y de cercanía humana. Dimos cuenta de aquellas viandas que hubieran
arrebatado piropos al mismo don Quijote. Y dimos fe de que la comida manchega
en general, y la chinchillana en particular, no solo existe, sino que goza de
buena salud e inspira salud. Solo nos falta ya elegir un plato emblemático para
popularizarlo junto a nuestro patrimonio, tan secuestrado por eslóganes y
comidas rápidas de nombre impronunciable.
Gracias Arturo. Intentaremos seguir defendiendo la comida popular por ser económica, sana, equilibrada, ecológica y forma parte de nuestra Cultura y herencia recibida de los mayores, que gracias a personas como Carmina Useros no desaparecerá en el olvido
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