Juan de Chinchilla

El 10 de agosto de 1511 partieron de Sevilla cinco naves, capitaneadas por Fernando de Magallanes. Su objetivo no era dar la vuelta al mundo, sino llegar hasta las islas de las Especias, las actuales Molucas, cargar y volverse. Entre los 265 tripulantes había un chinchillano, Juan de Chinchilla. Viajaba en la nao San Antonio como sobresaliente.

En la pintoresca plantilla de la marinería de entonces, un sobresaliente era un hidalgo que acompañaba al capitán. En la nao San Antonio mandaba Juan de Cartagena. Su función era más política que marinera. Hijo del obispo Fonseca, estaba allí para controlar a Magallanes y los otros tripulantes portugueses. El emperador Carlos organizaba la expedición, pero la capitaneaba un portugués, que era como decir un presunto rival. En cuanto dejaron atrás Canarias, la tensión se hizo visible: Magallanes decidió retocar el rumbo y Cartagena protestó porque no había sido consultado. Unas jornadas más adelante, Magallanes mandó detener a Cartagena por no haberle gritado la fórmula ritual de obediencia. Lo sustituyó por su propio sobrino, Álvaro de Mezquita. Si algo necesitaban los españoles para cabrearse del todo, era tener un motivo. El 2 de abril de 1520, ya en las costas americanas, Cartagena y algunos otros se apoderaron de tres de las cinco naves. Pero, Magallanes reaccionó y recuperó el control. Tenía una papeleta difícil: si mataba a todos los amotinados, se quedaba sin tripulación suficiente para seguir con la empresa. De modo que ajustició a un par de insurrectos y los descuartizó a la vista de todos, abandonó a Juan de Cartagena en San Julián, actual puerto argentino, y siguió camino. Pero no había sofocado el problema. Explorando el estrecho que ahora se llama de Magallanes, se separaron las cuatro naves que quedaban. Los tripulantes de la San Antonio volvieron a amotinarse y regresaron a España sin alcanzar el objetivo. Tocaron tierra 50 viajeros, entre ellos Juan de Chinchilla. ¿Cuál fue su papel en las intrigas y refriegas? No consta. La verdad se destapó año y medio más tarde, cuando llegaron exhaustos a Sanlúcar Juan Sebastián Elcano y los otros 17 supervivientes.