Los Soriano

Escudo de los Soriano
Cambiar de bando en el momento oportuno es una de las habilidades imprescindibles para ser intrigante palaciego. Estamos hartos de verlo en Juego de tronos. Pero la realidad histórica supera a la ficción. El bachiller Gil Sánchez Soriano hubiera podido dar lecciones.
No está claro si su padre fue el alguacil y luego alcalde de Chinchilla Gil Sánchez Soriano o su hermano Miguel. Aún menos que su abuelo fuera el labrador Juan Soriano. El tiempo deja muchas preguntas en el aire. Pero Gil aprovechó las enseñanzas y también los buenos contactos familiares con la diócesis de Cartagena. Antes de ser sacerdote, ya era arcipreste de Chinchilla. En aquella época pasaba como ahora, que primero se obtenían los cargos y luego, si eso, se demostraban los méritos. Unos años antes de que estallara la guerra de sucesión entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, la familia Soriano había apoyado con firmeza al Marqués de Villena. Eso sí, el alcalde casó a su hija con Martín de Villar de Cantos, que era el cabecilla de los isabelinos. Por si acaso. Y en cuanto los Reyes Católicos declararon al Marqués traidor, la familia entera se mudó de bando. Gil, su hermano Miguel y hasta el cuñado Pedro Sánchez Belmonte movieron los hilos con habilidad. Gil Sánchez fue nombrado capellán de la Reina. Presenció la firma del Tratado de Tordesillas. Por cierto que aprovechó para lograr que declararan “Noble” a la ciudad de Chinchilla. Y ya todo fue acumular cargos y canonjías que le hicieron más rico y más poderoso. Por supuesto la Reina le legitimó a un hijo que había tenido con Juana Martínez, de la que solo se sabe que era soltera. En Chinchilla se le requería como árbitro en las disputas, que inclinaba con habilidad hacia los ricos. Como es lógico no trabajaba para el propio beneficio. O no solo para eso. Lo hacía para robustecer el clan familiar. Y así creó un poderoso linaje, una mafia que duró un siglo más o menos. Antes de morir, mandó construir la capilla de la Magdalena, que hoy está consagrada a la Dolorosa. Para ella encargó la pintura Noli me tangere al maestro de Chinchilla. En ella fueron enterrados él y los suyos, los Soriano.

El texto está extraído del artículo de CARLOS AYLLÓN GUTIÉRREZ: Los Soriano, otro cabildo eclesiástico en la diócesis de Cartagena. MurgetanaISSN 0213-0939, Nº. 120, 2009págs. 95-110

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